Las economías de escala multiplican las macrogranjas, acaban con las explotaciones extensivas, y multiplican la contaminación de tierras y aire.
Luisondome
A pesar de las llamadas de atención de numerosas organizaciones ecologistas y de protección del clima sobre el peligro de las macro-granjas, el número de estas se ha disparado en los últimos 10 años. En 2013 había 1.569 y en 2022, según los últimos datos disponibles, había ya 3.681. ¡Más del doble!, según los datos proporcionados por Greenpeace.
Por otro lado, el número total de explotaciones ganaderas ha disminuido principalmente por la desaparición de numerosas explotaciones ganaderas extensivas, pequeñas granjas, lo que significa que hay cada vez más animales en menos explotaciones, porque en definitiva el número de animales también ha aumentado. Para el mismo período de tiempo, pasamos de tener censados 25 millones de cerdos y 138 millones de aves de corral a tener censados 34 millones de cerdos y 313 millones de aves de corral (en 2022 hubo una baja importante debido a la gripe aviar):L |
Pero a pesar de esta situación, hay buenas noticias, aunque casi parezca imposible. Según los últimos datos, todo indica que al menos el porcino industrial, que sufrió un crecimiento desmesurado en los últimos años, ha tocado techo. El récord de sacrificio de cerdos se alcanzó en 2021 —fueron sacrificados 58.370.485 animales— y con los últimos datos (aún provisionales) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en 2023 fueron sacrificados 52.989.958 animales. Un 9% menos.
En casi todas las especies ganaderas han bajado los sacrificios, excepto en las aves de corral, que después de dos años de gripe aviar —hubo una bajada muy grande y brusca— han vuelto a incrementarse los sacrificios. Aun así, en 2023, con esos datos del MAPA, se han sacrificado más de 910 millones de animales, lo que es una auténtica barbaridad.
Otra buena noticia es que el consumo de carne en España está bajando, en parte como consecuencia de los esfuerzos para conseguir una alimentación saludable de la población, reduciendo el consumo de carnes rojas, pero lamentablemente, la industria cada vez más pone sus ojos en la exportación.
En España, y según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la ganadería es ya la responsable del 75,3% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agrícola. Además de su contribución al cambio climático, la ganadería industrial tiene otros devastadores impactos en el medio ambiente, como el excesivo consumo de agua, en un tiempo en que esta escasea cada vez mas por los efectos de la pertinaz sequía, y por la contaminación causada debido al elevado número de animales de estas macrogranjas, la necesidad de mayores cultivos para alimentarlos y a las ingentes cantidades de excrementos que generan todos estos animales, además del incremento en el consumo de los fertilizantes sintéticos que se utilizan en la agricultura, cada vez más al servicio de la ganadería industrial. Todo este panorama nos muestra que cada vez estamos mas lejos de los objetivos de sostenibilidad medioambiental y climáticos en el sector ganadero, y que no vamos por buen camino. La concentración de la producción de carne en un sector industrial fuertemente expansivo, causando la desaparición de las explotaciones ganaderas mas sostenibles por su pérdida de rentabilidad, y por no poder competir con los precios de la carne producida por las macrogranjas, están causando un enorme daño a la economía rural de este país, vaciándolo de gente a la que se le ha privado de su modo de vida. Creo que ya va siendo hora de poner coto a esta expansión de las macro-granjas, y que la acción política se debe de dirigir en sentido contrario, tratando de proteger el modelo de producción de carnes en ganaderías extensivas, haciendo pagar a las empresas dedicadas a la producción intensiva de carnes los efectos negativos producidos por los daños causados al paisaje y al medio ambiente. De esta manera se equilibrará de algún modo las diferencias entre un modelo de producción y el otro. La inacción en este asunto, tendrá consecuencias muy negativas para nuestro futuro. Se pueden hacer las cosas de otra manera, y ya estamos tardando. La otra pata de la solución está en la concienciación de los consumidores. España es el segundo país de Europa que mas carne consume, solo por detrás de Luxemburgo, a razón de 320 euros por persona y año, según el Ministerio de Agricultura y Ganadería. Según datos de Statista, el lider por facturación del sector cárnico en España es el grupo catalán Vall Company, con unas ventas en 2022 de mas de 3.000 millones de euros. Le sigue Campofrío Frescos, que registró en el mismo año ingresos por valor de 2.069 millones de euros. En el año 2017, los mataderos españoles sacrificaron 870 millones de animales, y si le sumamos las 20,7 millones de piezas abatidas en dicha temporada de caza, pues tendremos una idea del nivel de sacrificio de animales, que si se hubieran dedicado a alimento, tocaríamos a 19 animales por persona y año, incluidos los vegetarianos. Las cifras nos dan una idea de lo que queda por hacer también en el terreno del consumo de carne, para proteger tanto nuestra salud, como nuestro clima, y cada vez queda menos tiempo para ponerle remedio. Pero en el sector, la mayor parte del margen de beneficio está en los mataderos y en el procesado de la carne, y es en este punto donde el precio de la carne puede llegar a multiplicar por cinco su valor, frente a las granjas de engorde. Concienciar de manera mas insistente el consumo de producto fresco frente al procesado y el ultra-procesado es un camino para cambiar el sentido de la evolución del sector. |
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