El agua de nuestras costas se calienta mas de lo deseable
Calentamiento Global
¿Te imaginas una ola de calor de ocho meses? Ocho meses de calor extremo, por encima de lo normal. Es inimaginable. Sería insufrible, insoportable. Pues está pasando, aunque no en tierra sino en el agua.
Bajo la superficie del mar la temperatura está disparada. El mar Mediterráneo alcanza temperaturas récord de hasta 30 ºC, temperatura de bañera, y lleva en ola de calor desde noviembre de 2024, con anomalías de más de 4 ºC por encima de la media por ejemplo, en el mar Balear o en el mar de Alborán. Incluso en los meses fríos la temperatura llega a estar más de 2 ºC por encima de la media.
El caso del Mediterráneo es especialmente grave, se calienta hasta dos y tres veces más que la media global, aunque también en las aguas del Cantábrico y Atlántico se nota este impacto. De hecho, todas las aguas que rodean a la península ibérica y las islas se están calentando un 67 % más rápido que la media global.
Pero, ¿por qué nos debe preocupar, y mucho, que el agua esté más caliente? No solo porque no refresque igual a la hora de darse ese baño que esperas te alivie del calor veraniego. Nos debe preocupar porque es un signo de alarma a todo volumen.
Según los expertos, este calentamiento tendrá un impacto devastador en los ecosistemas marinos, posibles impactos de lluvias torrenciales y las famosas gotas frías o DANA y, al mismo tiempo, retroalimentan las olas de calor en tierra.
Esto es debido a que los océanos absorben y acumulan el calor, cumpliendo una labor imprescindible en la lucha contra el cambio climático. La vida marina que habita en ellos se encarga de capturar el carbono en la superficie y almacenarlo a gran profundidad. Sin este servicio esencial, nuestra atmósfera contendría un 50% más de dióxido de carbono y la temperatura del planeta sería tan alta que se volvería inhabitable.
Las consecuencias de este aumento de temperaturas ya son letales para la vida marina. Esta ‘tropicalización del mar’, lejos de significar que vamos a tener algo parecido al Caribe más cerca, lo que implica es que lo que implica es que la biodiversidad sufre dramáticamente.
- Los peces (y otras especies) se van:
el agua se convierte en un caldo caliente donde a muchas especies les
cuesta respirar, reproducirse y poder desarrollarse en condiciones
normales. Al igual que las personas intentamos huir del calor, muchas
especies migran a otras latitudes donde encuentran condiciones más
favorables para poder sobrevivir. No es casualidad que cada vez sea más
habitual encontrar atún rojo en aguas del Cantábrico, o a las orcas paseandose por las Rías Baixas.
- Más especies invasoras: del mismo modo, especies que son típicas de zonas más cálidas encuentran unas condiciones idóneas en nuevas zonas. Estas especies invasoras, al no tener depredadores, se extienden desplazando a las especies autóctonas y alterando la cadena alimenticia.
- Las especies que no se mueven, se mueren: desgraciadamente, muchas especies no tienen capacidad de movimiento o es muy limitada (como aquellas que viven en rocas o la arena) y no pueden ir a otras zonas, provocando mortandades masivas. Es el caso de corales, moluscos y plantas marinas, como la posidonia oceánica.
- Menos peces, menos pesca: si las especies de interés pesquero se desplazan o mueren, el impacto sobre la pesca es muy negativo, especialmente para los barcos artesanales que tienen menos posibilidades de buscar nuevas zonas de pesca.
Aunque vamos a contrarreloj, aún estamos a tiempo de actuar para que las consecuencias no sean terribles e irreversibles, y evitar que los impactos del cambio climático se agraven y condenen los mares y las costas a daños irreparables.
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