¡¡¡Siberia está que arde!!!
Por Nanqui Soto
Más de 3 millones de hectáreas de bosques de taiga siberiana —superior al tamaño de toda Cataluña— están ardiendo descontroladamente.
Este año, debido a la ola de calor extrema que está sacudiendo gran parte del Ártico, con temperaturas récord de hasta 37 ºC, las llamas se están extendiendo muy rápidamente.
Pero los incendios forestales y las olas de calor no son los únicos impactos del cambio climático que está sufriendo Siberia este verano: ya se han producido dos vertidos de petróleo por el deshielo del permafrost. La región se está calentando a un ritmo mucho más rápido que el resto del planeta, batiendo incluso el récord por arriba de temperatura en este verano, pues por debajo ya es lo habitual en el invierno.
Estos preciosos bosques son esenciales para la vida en la Tierra, al ser enormes sumideros de carbono que juegan un papel fundamental en la regulación del clima y hogar de muchas especies animales.
Pero, ¿sabías que en Rusia puede ser legal dejar estos incendios arder? Algunos bosques son tan remotos e inaccesibles que muchas veces quedan atrapados en llamas sin ningún tipo de gestión, principalmente por falta de recursos.
Tampoco llegan buenas noticias desde Brasil. Las imágenes que envían los satélites con las alertas de incendio se multiplicaron en junio. La agencia gubernamental de investigación espacial de Brasil (INPE), detectó 2.248 incendios en la selva tropical amazónica el mes pasado, un aumento del 20 por ciento en comparación con los 1.880 incendios de junio de 2019. Ha sido el peor mes junio para los incendios en Brasil desde hace 13 años. A medida que avanza la estación menos húmeda, apta para las queimadas que arrasan la selva y dan paso al ganado y la soja, vamos camino de repetir los devastadores incendios del año pasado. El presidente, Jair Bolsonaro, lleva todo su mandato abonando esta situación de falta de gobernanza e impunidad con los intereses económicos que invaden la Amazonia para transformarla.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) acaba de confirmar el mal diagnóstico. La pasada semana presentó su primer informe anual sobre el estado del clima en España, que concluye que el calentamiento se está acelerando, aportando datos realmente preocupantes:
- 1. La temperatura en España ha aumentado 0,3ºC cada década desde los años 60.
- 2. La precipitación media anual España ha experimentado un moderado descenso en los últimos 50 años.
- 3. El año 2019 fue el segundo año más cálido en el mundo y el más cálido en Europa.
- 4. El último decenio, 2010-2019, ha sido el más cálido en la Tierra desde que hay registros.
- 5. Desde los años 80, cada década es más siempre más cálida que la anterior.
- Estos cambios son más importantes en verano que en el resto de estaciones y es ligeramente superior al detectado para el conjunto de los continentes en el período 1850-2012.
¿Pero qué está pasando?
La Amazonia, en Brasil, Bolivia o Perú, arde para dar paso a la ganadería y la soja.
Indonesia es el mayor productor mundial de aceite de palma y, cada año, los incendios están vinculados a las prácticas de tala y quema utilizadas para despejar la selva y ampliar el cultivo de palma aceitera.
En los bosques boreales de Siberia la permisividad del gobierno con el uso del fuego y, en algunos casos, la eliminación de los restos de tala de la industria forestal, lleva a los incendios forestales a vagar sin control durante semanas por la taiga hasta que se apagan solos.
No son unos pocos incendios, son decenas de miles. No son miles de hectáreas, son millones de hectáreas de bosques. Un dolor para el planeta, un gran chute a la atmósfera de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático.
Además, se produce un efecto boomerang. A más incendios, más cambio climático. A más cambio climático, más riesgo de incendios para los bosques. El pasado junio se alcanzó un nuevo récord en la concentración de CO2 respecto a los meses de junio anteriores, llegando a 416,39 partes por millón de CO2 en la atmósfera, 2,46 ppm más que en junio de 2019, agravando la crisis climática a la que nos enfrentamos.
Ante las señales que ponen en evidencia tan grave enfermedad, no podemos cerrar los ojos. Los indicadores apuntan a un verano como el de 2019, o peor. La Tierra no solo está más caliente, se quema. Los bosques, que deberían estar actuando como sumideros de carbono y mitigando el cambio climático, están ardiendo y emitiendo así grandes cantidades de gases de efecto invernadero, alejándonos todavía más del objetivo del Acuerdo de París de evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 1,5 ºC.
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