COP 28: La historia de un fracaso anunciado

Luisondome

Credit: COP28

La profecía se cumplió, y finalmente paso lo que tenía que pasar. La cumbre fracasó rotundamente, pues  los acuerdos alcanzados no sirven a los objetivos planteados al inicio de la Cumbre para recuperar el medio ambiente.

El acuerdo final de la COP28 recoge la intención de los países de hacer la transición desde los combustibles fósiles «de manera justa, ordenada y equitativa». Pero la terminología usada es vaga, tanto en el lenguaje como en los objetivos, y se queda muy corto. Los que ganan en esta cumbre son los países productores de combustibles fósiles, y las empresas que los transforman y los venden, las mas poderosas y ricas del planeta. 

Son los que han costeado los viajes en 800 jets privados que transportaron a los 2.400 abogados lobistas y delegados relacionados con las industrias del carbón, el petróleo y el gas, que han estado presionando insistentemente para reconducir los acuerdos a los intereses de sus clientes. Fueron más que los representantes gubernamentales.

El acuerdo final es la tercera versión presentada en aproximadamente dos semanas, resultado de la puja entre quienes pedían la «eliminación gradual» de los combustibles fósiles —más de 100 países abogaban por ello— y la llamada a la "reducción" de su uso, que fue lo que finalmente fue aprobado. También es consecuencia del liderazgo de Sultan Al Jaber, escogido por Dubai como presidente de la COP28, acusado de usar las reuniones preparatorias de la cumbre para favorecer acuerdos de su país sobre la explotación de petróleo y gas. Ya avisé en este medio que no se puede poner a un zorro a cuidar de las gallinas. 

«Esta es una verdadera victoria para quienes son pragmáticos, orientados a resultados y guiados por la ciencia», declaró Al Jaber, quien también es director de la compañía petrolera estatal ADNOC. El presidente de la COP28 ya había dicho que «no existe ciencia» que demuestre que se necesita la eliminación de los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global. Su gestión en el encuentro estuvo secundada por la presencia de 2.400 delegados relacionados con las industrias del carbón, el petróleo y el gas. Fueron más que los representantes gubernamentales, y ellos si que se han ganado amplia y merecidamente su elevado sueldo y las primas que cobrarán por los objetivos alcanzados para las petroleras.

Mientras algunos celebraban su éxito (que no el de la Cumbre), António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, que lleva años exigiendo acciones urgentes, habló de «retrasos», «indecisiones» y «medias tintas». «A aquellos que se opusieron a una referencia clara a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles… quiero decirles que es inevitable, les guste o no. Esperemos que no llegue demasiado tarde», dijo Guterres tras conocer el acuerdo final. 

Se espera que este año termine con una cifra récord de emisiones: cerca de 40,9 mil millones de toneladas de CO₂, el principal gas contaminante causante del efecto invernadero. La mayoría de estas emisiones es provocada, precisamente, por la quema de combustibles fósiles.

Esta es la primera vez que los países se ponen de acuerdo para declarar que es necesaria la transición para abandonar los combustibles fósiles. Pero hasta aquí llega lo histórico. El documento no establece obligaciones para los gobiernos, límites claros ni un calendario de acciones. 

¿Que paso entonces para que la Cumbre terminara en fracaso?

Pues que el documento pide «a las partes que contribuyan» con una lista de acciones climáticas, «de acuerdo a sus circunstancias nacionales», y plantea «triplicar la capacidad energética renovable» y «duplicar la eficiencia energética media» anual de aquí a 2030. Si esto se lograra, podría reducir en un 25 % la demanda de petróleo para fines de la década, calcula la Agencia Internacional de Energía.

Pero...

Un borrador difundido el sábado consideraba la opción de una «eliminación gradual de los combustibles fósiles de acuerdo con la mejor ciencia disponible». Las delegaciones de Estados Unidos, la Unión Europea y varios países insulares defendieron la propuesta, pero corrían el riesgo de que no se llegara a ningún acuerdo. Los casi 200 países debían dar el visto bueno —o al menos no oponerse—, o la cumbre terminaría sin declaración conjunta.

Lo que lleva importado cada país solo de Rusia en lo que va de año

Mientras tanto, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), instó a sus socios a oponerse a cualquier condena sobre los combustibles fósiles. Así, el lunes se pasó de la «eliminación gradual» a una versión que decía que las naciones debían «reducir el consumo y la producción de combustibles fósiles de manera justa, ordenada y equitativa». Por eso, la declaración final sobre la «transición» energética fue celebrada por algunos activistas, teniendo en cuenta que pudo ser peor.

El grupo de las pequeñas naciones insulares objetaron algunos aspectos del texto, pero acordaron no deshacer el acuerdo de la COP28. La de estos países es una de las caras más dramáticas de la crisis climática. Festejar lo ocurrido sería como «celebrar las flores que reposarán en nuestra tumba», declaró Brianna Fruean, reconocida activista de Samoa, a la BBC

Fruean explicó que lo convenido no evitará que se supere el límite de los 1,5 °C de calentamiento global, el objetivo base del Acuerdo de París, firmado en 2015 por casi todas las naciones. Resaltó que está en riesgo la supervivencia de las islas. Este 2023, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó su máximo histórico

Sobre el proceso de transición de los combustibles fósiles, el acuerdo solo establece que se debe acelerar «la acción en esta década crítica». Y repite un compromiso con meta lejana que ya se había mencionado antes: cero emisiones para 2050, «en línea con la ciencia».

Esta propuesta tibia no corresponde con el oscuro balance que recoge el mismo documento de la COP28. Los países reconocen en el texto que para evitar que el calentamiento se dispare por encima de los 1,5 °C se necesitan «reducciones profundas, rápidas y sostenidas» de las emisiones de gases. Mencionan lo que ya ha advertido hasta el cansancio la comunidad científica: hay que reducirlas un 43 % para 2030 y un 60 % para 2035, en comparación con el nivel de 2019.

Pero lo planteado hasta ahora está muy lejos de esta meta. De acuerdo con el documento, se proyecta que los niveles de emisión de gases contaminantes solo caigan un 5,3 % en 2030. Esto, si se implementan por completos los planes de reducción presentados por los gobiernos.

En definitiva...

Esta visto que desde el lado de los productores y las petroleras, no hay nada que hacer. Lo que se consiga a mayores, si es que se consigue algo, tendrá que venir de la mano del ciudadano y de su conciencia climática. Solo rechazando o reduciendo de manera creciente y constantemente el consumo de energías y de combustibles no sostenibles, se logrará cambiar las condiciones del mercado reduciendo la demanda, y el negocio terminará no compensando los costes que el uso de los combustibles fósiles acarrean.


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